LA INESTABILIDAD DE LA NORMALIDAD DEL ERROR EN LA ACTIVIDAD ESCOLAR
LA INESTABILIDAD DE LA NORMALIDAD DEL ERROR EN LA ACTIVIDAD ESCOLAR. ¿CUÁNTO DE ERROR TIENEN LOS ERRORES QUE COMETEN LOS ALUMNOS?
ANÁLISIS DOCUMENTAL
Autor del documento: José Antonio Fernández Bravo
Autoras del análisis:
EL BAIR EL ABBASS, WISSAL
MARTÍN GONZALEZ, MARINA
VARA BURGALETA, ANA MARÍA
Nos
encontramos ante un documento que analiza profundamente los niveles causales de
los errores de los alumnos. Este texto de José Antonio Fernández Bravo
investiga y analiza las diferentes situaciones de acierto y error
clasificándolas entre: el acierto o el error científico del sujeto que
responde, error o acierto de conocimiento, el acierto o el error lógico del
sujeto que responde y relaciones entre las situaciones de acierto o error,
lógico y científico. Todo esto lo consigue estudiando las respuestas desde el
conocimiento científico y el razonamiento lógico de los alumnos.
Esta investigación se estructura a partir de una introducción en la que se describe una situación que experimenta el autor con un alumno que responde correctamente a partir de un razonamiento correcto, pero no el que espera la ciencia. Por lo tanto, pretende que se tenga en cuenta más allá que el alumno como sujeto que aprende. Ya que éstos pueden equivocarse en la respuesta, a partir de un razonamiento correcto.
Seguidamente pasa a ofrecer opciones diferentes de diagnóstico sobre el error que se comete en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos. La clasificación que realiza es de manera objetiva apoyada por el análisis pedagógico. Empieza por “El acierto o el error científico del sujeto que responde”. Este error se refiere a cuando la respuesta que se da no equivale a la de la ciencia. El autor explica que para cada pregunta hay una respuesta científica y una respuesta del sujeto. Si estas dos coinciden se denomina “acierto científico” y si no, se denomina “error científico”. Sin embargo, existen situaciones en las que no se puede confirmar o negar si hay un error. Estas situaciones las denomina José Antonio F. B. situaciones indecidibles precisas -cuando la ciencia o el sujeto no tiene la respuesta- o imprecisas -cuando la pregunta no está bien formulada-.
La siguiente clasificación es “Error o acierto de conocimientos”. Este error se refiere a cuando existe discrepancia entre la respuesta de la ciencia y la respuesta de la pregunta, ante una pregunta cualquiera. Cuando no existe discrepancia, el autor lo llama “acierto de conocimiento” y, en caso contrario, “error de conocimiento”. En otras palabras, cuando se demuestra que una creencia verdadera era incorrecta, se considera que la ciencia ha cometido un “error de conocimiento”.
La tercera clasificación se denomina “El acierto o el error lógico del sujeto que responde”. El autor expone que se puede llegar a una respuesta incorrecta a partir de un razonamiento perfectamente válido. Se cometerá “error lógico” si existe discrepancia entre lo que la lógica espera como respuesta y la respuesta dada por el sujeto. En cambio, se considerará “acierto lógico” cuando el razonamiento que se haya utilizado sea correcto. Por lo tanto, es importante tener en cuenta “la condicional de la que parte el
sujeto” (José Antonio F. B.) y comparar el razonamiento que ha utilizado.
Sin embargo, para esta última clasificación también existen situaciones indecidibles sobre el acierto o el error lógico. Estas situaciones se dan cuando un sujeto no razona antes de dar un “intento de respuesta” por un desequilibrio emocional que impide una reflexión. Se puede dar en situaciones en las que el sujeto está asustado.
Por último, el autor describe las “Relaciones entre las situaciones de acierto o error, lógico y científico”. En ella demuestra que puede darse un error científico sin que necesariamente haya un error lógico por parte del sujeto. Entonces, un alumno puede dar una respuesta incorrecta por la ciencia, pero utilizando un razonamiento correcto para llegar a esa conclusión.
Se estudian varios casos para llegar a la conclusión de las causas de diferentes errores. Puede ser una situación en la que el sujeto comete error científico y lógico, en el que discrepan ambas cosas; otra situación en la que el sujeto no cometa un error científico, pero sí un error lógico a la hora de razonar para dar la respuesta correcta; una situación en la que el sujeto acierta científicamente y lógicamente; la última situación puede darse cuando se comete un error científico, pero no uno lógico ya que se razona
bien a pesar de dar un mal resultado.
En las dos primeras situaciones las causas del error suelen ser internas al sujeto, en cambio en las dos últimas suelen ser internas o externas al sujeto.
A partir del análisis, José Antonio F. B. llega a una serie de conclusiones a las que gracias a su estudio y comprobación nos hace partícipe de sus ideas. Concordamos en que el proceso de enseñanza-aprendizaje, –que considera el autor el camino por el que se pasa del “no saber” al “saber”–, es un proceso por el cual no se debería corregir a un niño con “bien” o “mal”. Se debería tener más en cuenta el razonamiento por el cual pasa el alumno para llegar a la respuesta que da finalmente, sea esta respuesta correcta o incorrecta. En la educación se debe fomentar el razonamiento y la lógica en los niños para que estos puedan desenvolverse en su entorno y en el mundo que les rodea, comprendiendo así la causa-efecto de lo que sucede a su alrededor. Esto también les permitirá aprender a resolver los conflictos que les surjan, tanto conflictos personales como conflictos a la hora de solucionar problemas en el aula. Además, faculta un buen aprendizaje matemático, ya que este requiere de destrezas lógico-matemáticas.
Consideramos que es importante que el docente trabaje nuevas metodologías de diálogo con el alumno para guiarle hacia la respuesta correcta, dejando que el niño llegue por sí solo a esta mediante el razonamiento. El autor hace hincapié en la importancia de saber escuchar al alumno. Cuando a un alumno le niegas su respuesta sin explicación, esperando la respuesta correcta de otro compañero, puedes cerrarle la ventana del razonamiento y perder una oportunidad en la que puedes ayudarle a llegar a la respuesta correcta por sí mismo. De esta forma los demás alumnos cuando escuchen el proceso lógico por el que se ha pasado de la respuesta incorrecta a la correcta, retendrán mejor la nueva información aprendida. Tal y como dice el autor, “una de las principales tareas de la investigación educativa debería consistir en estudiar seriamente el porqué de las respuestas del alumno” (José Antonio F. B., p.201).
En conclusión, consideramos que se debe tener en cuenta la capacidad de aprendizaje de cada alumno particularmente, y atender a cada uno con la metodología más adecuada para facilitarle la comprensión del contenido que pretendemos enseñar. No tenemos que enseñar solamente la respuesta correcta, sino que debemos guiarlos hacía ella mediante el diálogo y la reflexión. Para la hora de evaluar, no hacerlo con un simple “bien” o “mal”, si bien usar palabras cómo “aprendido” o “no aprendido”, según los objetivos que nos propongamos a la hora de realizar una actividad. Y, sobre todo, no etiquetar el “error” del estudiante por un “no sabe”.
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